domingo, 15 de febrero de 2015

Roque Narvaja - 1973 - Primavera para un valle de lágrimas

Roque Narvaja - 1973 - Primavera para un valle de lágrimas

Cuando en 1971 un joven cantautor llamado Roque Narvaja se retira del grupo que lo había lanzado a la fama, La Joven Guardia, para proseguir una carrera solista alejada del facilista beat que practicaba con su grupo emulando la moda de los EE.UU. de la época; contrariamente a lo que hoy -lejanamente- se idealiza del rock nacional de entonces su advenimiento no fue del todo bien recibido.

Y es que desde los comienzos el rock nacional, o música progresiva (como se la llamaba entonces), se había divorciado explícitamente de lo que llamaban "música complaciente", categoría en la que entraban grupos como Conexión Nº5 y, justamente, La Joven Guardia. Éxitos que en la Argentina de entonces eran los primeros estertores de una maquinaria comercial como el simple (compuesto por Narvaja) "El Extraño De Pelo Largo" lejos estaban de ser respetados. Eran combatidos, vilipendiados, estaban en la otra vereda.

En este aciago contexto, entonces, es lógico que el deseo de Narvaja -aunque auténtico- fuera recibido como una señal de oportunismo por todos.

O por casi todos, porque hubo desde los albores del rock argentino un músico que además de pionero se destacó por su apertura -heterodoxa, pero desprejuiciada- hacia músicos de toda extracción y estilo. Estamos hablando, claro, de Félix Litto Nebbia. Nebbia, un innovador desde el momento en que tomó una guitarra, entendió perfectamente que para que el rock fuera aceptado y venerado como una nueva expresión cultural nativa tan válida como el tango o el folclore había que llevar el mensaje a todas partes, comulgar con otros estilos, aprender y enseñar.

Y claro que fue lo que hizo: si para 1972 estaba grabando con el legendario percusionista (de profunda raigambre folclórica) Domingo Cura, luego se uniría a los veteranos jazzistas Jorge González y Néstor Astarita (con quienes grabaría discos claves como Melopea o Muerte En La Catedral) y, ya más adelante en el tiempo, juntaría esfuerzos con músicos tan diversos como Los Músicos Del Centro, el Cuarteto Zupay o Rubén Rada para grabar materiales siempre originales y respetuosos de una auténtica fusión.

Nebbia había conocido a Narvaja en sus primeros días en Buenos Aires, llegando incluso a colaborar en una película -que Litto protagonizó- llamada como el más grande éxito de La Joven Guardia, El Extraño De Pelo Largo, en 1969.

Ya por esos días Roque -junto con su compañero de grupo, el bajista Enrique Masllorens- había conocido la realidad sudamericana de la época, cambiando su hasta entonces liviana mirada por una mucho más comprometida. Por supuesto que a RCA (compañía que los había contratado) esto no le caía del todo bien, por lo que le cerraron todas las puertas a la nueva faceta de las canciones de Narvaja, que se aleja primero temporalmente del grupo en 1970 y luego definitivamente un año más tarde.

Nebbia, contrariamente a casi todo el rock de la época, apadrina a Narvaja quien gracias a su gestión edita en 1972 su primer y magnífico larga duración, Octubre (Mes De Cambios). Altamente politizado ("Camilo Y Ernesto" se inspira en los revolucionarios cubanos Cienfuegos y Guevara, por ejemplo), casi de protesta, se trata de un álbum magnífico en el que se advienen colaboraciones de Pedro Y Pablo y Domingo Cura además de netos aires folclóricos latinoamericanos en melodías sentidas y delicadas. Esta es la tendencia que Narvaja profundizaría en el disco que hoy presentamos, Primavera Para Un Valle De Lágrimas (1973).

La protesta sigue ahí, vehemente, en las sensacionalmente folclóricas "Balada Para Piba", "Palos Y Piedras" (con su pegadiza melodía que esconde metáforas de lucha) o "Voy A Comenzar"; pero también la melodía y el amor, omnipresente para Narvaja: "Acuérdate De Vivir..." y la "Dos Razones" que dedica a Raquel, su entonces mujer, son un fiel ejemplo de la pluma sensible por momentos, endurecida y determinada por otros de un Narvaja que además despliega todo el caudal de su bellísima voz en un volumen injustamente olvidado, datado pero igualmente eterno.

Narvaja llegó a grabar otro magistral disco, Chimango (1974) antes de que su férrea militancia peronista y su fama de cantor de protesta lo obligaran -amenazas de muerte mediante, claro- a emigrar a España cuando preparaba su cuarto material (el inédito Amén) en 1977. Allí se convierte -con éxito también- en un popular cantautor de pop lejos de la protesta.

Probablemente todos los problemas que sus ideas le habían causado, aunado esto a la obvia madurez y al triste final de la utopía peronista (que Narvaja ya había podido percibir en 1977, cuando emigró en plena dictadura militar) lo forzaran a replantearse muchas cosas y por ello haya abandonado su faceta más comprometida y menos popular. Pero los discos, afortunadamente, quedan como manifiestos y retratos de una época, a salvo del olvido. Bon appetit.
Temas

01. Palos y piedras
02. Despedida de la infancia
03. Voy a comenzar
04. Zamba para Daniel
05. Acuérdate de vivir... acuérdate de amar
06. Dos razones
07. Zamba del 'Negro' Rosario
08. Balada para Piba
09. Abismo claro
10. Primavera para un valle de lágrimas

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