jueves, 17 de abril de 2014

Juan Carlos Onetti - 1954 - Los adioses

Juan Carlos Onetti - 1954 - Los adioses


Uno de los pasos más complicados que debe dar un ser humano en su aprendizaje vital es el admitir la parcialidad de su conocimiento, la incapacidad para abarcar todos los detalles de una materia, lo sesgado de sus propios recuerdos y lo pequeño de su tamaño contra la inmensidad del mundo.

Incluso nuestro pasado nos juega malas pasadas, olvidamos detalles que para otros quedarían grabados a fuego y damos importancia a susurros que para los demás formarían parte del viento. ¿Qué no será cuando no hemos sido protagonistas sino meros espectadores u oidores de los hechos?

Los adioses  de Onetti, son una muestra practica de este defecto (o quizás sea virtud) de la humanidad. El relato nos es narrado a través de un testigo. Este almacenero ve como una antigua estrella del baloncesto llega a un sanatorio para mitigar los síntomas de la tuberculosis que padece. En su convalecencia recibirá la visita de dos mujeres: una joven y la otra más mayor. El testigo y sus interlocutores elucubran acerca de la identidad de ambas y la relación que mantienen entre ellas.

Nadie conoce todos los detalles de la historia, ni el almacenero, que la cuenta, ni el lector, que la lee. Se deja un campo enorme para el juego, la imaginación y la teorización. Es como si estuvieses con tus amigos cotilleando sobre un conocido para dejar pasar el tiempo entre cerveza y cerveza, creando la fotografía completa de un rostro cuando sólo has atisbado la comisura de los labios.

El final parece aclarar el sentido del libro y empujar al lector a arrepentirse de la parte que ha tomado en esa guerra, pero la magia de la obra, y es algo típicamente Onettiano, es que no hay conclusión definitiva. Todas las posturas pueden ser validas, las interpretaciones a favor y  en contra encontraran argumentos en los que apoyarse y quizás el gris sea la opción más acertada,

Una novela corta que se ha convertido en un clásico, magníficamente construida, con un estilo personal e interpretaciones incontables. Una manera excelsa de comenzar el 2012.

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